jueves, junio 01, 2006

poemas de cuarto creciente

Caricia de lluvia
sobre espalda de seda.
Puñado de arena cálida
sobre piel de bronce.
Brisa de mar en la frente,
mi boca nada en su océano,
soñadoramente.


***

Vuelo.
Desde mi alto vuelo
la raya divide el
mar de la tierra.
A un lado lo azul,
cambiante, capricho,
ondulante, salado.
Al otro, el hombre
tendido en la tierra,
fija, estable, dulce,
verde en primavera,
festoneada de flores.

Lo húmedo mezcla
lo seco y la arena,
yo dibujo cuando
la ola retrocede
un nombre, justo,
anudado. Vuelve,
mar, vuelve!


***

Hijos de los dioses,
de la tierra que hay
más allá del mar
¿le habéis visto?

Hace tiempo dejó
su huella en esta playa
y el cielo ha mudado
dos estaciones –largo, largo
su pelo será crecido-.
Sus ojos parecen hundidos
pero sólo es para vencer
el viento, la luz diáfana
¿no lo habéis distinguido?

Decidle que le espero, en
esta hondonada verde,
donde al pie del sauce
rezo a Venus su retorno…
de la música de las hojas
mi aliento.


***

Has pasado las hojas del libro
donde una vez pusiste una flor,
si alzas la mirada,
al pie de la ventana se ven
azaleas y petunias
y ese vientecillo suave
que mece la cortina blanca.

Nada de eso es cierto
sino sólo lo que tus ojos
esconden a los otros.
El clamor de olas,
el torbellino de espuma
que rompe en la playa extensa.
Sólo eso es cierto,
como la mano que escribe
sin sosiego ni consuelo.


***

Rozo suavemente tu mejilla
para ir acercándome a tu
boca, primero intento
calcar su forma –mis
labios reposando en los tuyos-
sin presión, sin fuerza.

Luego, cálidamente, muerdo
tu labio inferior, meto
mi lengua lentamente, ya
me aprisionas, ya no
salgo del beso…

Sueño de beso rojo,
caliente e infinito
-lo vivo porque lo sueño-.
Beso, al final sólo es un sueño.
Sueño, sueño de beso rojo.


***

Inerme, pierdo mi vista en tu horizonte:
el agua se reconcilia con el viento.

Viva, beso tus párpados de arena,
el oro olvidado de los dioses,
retenido, robado esta noche.


***

En el hueco de mis manos
recojo besos de agua cristalina
y bajo el arco árabe percibo
el cuerpo donde refugio todo
mi deseo...


***

Dulce margarita que habitas mi casa a finales de mayo,
te cuento mis sueños y mis devaneos los sabes,
como sabes mis ansias y mis quiebros lentos, mis recodos…

***

Entre las ramas verdes habita el recuerdo,
ensoñándose dentro de los pétalos blancos.
Un reino de ámbar y azabache a punto de descubrir.
Alma de agua, a quien yo daría mi vida.
Tiempo que se oculta en los troncos de mi anochecer de olvido.


(abril-junio 2006)


1 comentario:

soldeste dijo...

Gracias, luzaura. Tu blog es un inesperado regalo a mi regreso. Hasta pronto!