miércoles, junio 28, 2006

insomnios de un viaje

No es cierto que tenga insomnio, son los pájaros que no cantan o la noche que es buena amiga. Mi mente divaga, preguntándose por rémoras de otros tiempos, sintiendo una evolución más erosiva que geológica. El mar aparece en un sueño como el amante que me rodea con fuerza y dulzura. Sin dejarme escapar, sin ahogarme. Y echo en falta un beso, sólo un beso cálido. Soledades que no conviven a diario ni son habituales. En la casa no. Sólo cuando estoy fuera las siento. Como madejas que no dejan ver otro paisaje. Ya no sueño, pinto con tonos verdes y azules la maleta de la desesperanza. Viajo, llego, y otra maleta. No quiero volver a esa estación desvencijada ni tomar el tren equivocado. La gloria me espera al otro lado de la luna, y el cielo, sigue inconmensurable. Con la mente me desplazo un poco más hacia el futuro, abandonando por un instante este presente que se va. Y así me estoy manteniendo viva, incólume, fuerte. Con el tesón que no me ha abandonado y que ha hecho de mí una mujer indestructible. Sí. Es así a pesar de toda la ironía y el pudor que nos envuelve. Y al final me quedo con la brizna de hierba de tu sonrisa, que sumada a otras forman el cesped donde crezco al sol sin notar la destrucción de la vida más allá del muro. Mi jardín es también el tuyo...

(A Carlos.)

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