En la oscuridad de la noche, dentro de nuestros ojos brilla una pálida luz en la tiniebla. Filos de humo esconden formas de cuerpos que se tocan de un modo no habitual, llevados por la pasión de los instantes, de aquello que una vez vivímos siendo jóvenes. Lo olvidamos, casi lo olvidamos. El tiempo se para aniquilando la mente de los que se amaron destrozándose. O quién sabe, llevando la vida al extremo límite. En esos días turbulentos no había día ni noche, ni respiro ni hambre ni sed. El resto de la vida no existía para los que habitaban en una estancia oscura con velas. Apenas sin fuerzas, extenuándose. Sólo había que seguir consumiéndose en la oscuridad. Era el contacto más absoluto, el más fuerte e intenso. El miedo sólo era una palabra hecha piel que lo invadía todo. El alimento humano menos razonable. Un tunel magnético que atrapaba la consciencia y dejaba el alma sin resistencia y sin defensa. Tal vez era el contacto más puro, pero también el más abrasador y convulso.
Desde estas líneas llenas de luz hacia el pasado, confieso que los días presentes son tan distintos que la sombra parece que no existió, que se borró un día de mi mente, que incluso apenas hoy soy consciente de su existencia. Acostumbrada a ser civilizada, me pregunto cómo se logra domar ese ser aún primigenio y loco que llevamos dentro... como si hubiéramos comprado la escalera al cielo que nos separa definitivamente de un contacto humano voraz y auténtico, aunque irracional. El miedo ahora está sobre la piel separándonos y haciéndonos huidizos, mentales, sociales... pero al fin estables y luminosos. Larga experiencia de la vida la que nos hace adultos, retraídos a la vida plena y absoluta de la pasión. Llamo de nuevo a la puerta de lo prohibido, sin esperanza de respuesta. Hay demasiada luz sin sombra para que pueda entrar lo desconocido... la nitidez nos hace ciegos al delirio y al abismo de la sombra. Pero llamo, llamo y escucho el saludo que hay al otro lado, y una figura oscura se pliega hacia mí envolviendo mi mente en la oscuridad... al fin libre, sin límite ni miedo ni luz...
sábado, junio 17, 2006
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