Apoyada en el quicio de la puerta veo pasar las horas en la noche hasta la madrugada. Todos los sueños corren hacia delante y los recuerdos se rebovinan hacia atrás, mostrando una vida que se ha tejido en multitud de caminos entrecruzados y algunos han llevado hasta éste que parece más sencillo de andar. Desfilan las estrellas y la luna crece despacio, los grillos cantan en el airecillo tímido bajo el naranjo, rondado de conversación pausada. Y la mañana. Atravieso la puerta que me lleva bajo las encinas que rodean la huerta. La música de violín y guitarra encontrada en la cartuja entre los montes, recordando el ayer. Y el aire cálido en la carretera... veloz en la sierra, el regalo de tus besos no cesará de conmoverme, mientras yo incrédula, miro el paisaje que nos acompaña en el regreso.
Y cae otra noche, sabiéndote cerca.
martes, agosto 08, 2006
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