sábado, abril 08, 2006

mujer de arena...




Noté que ella introducía algo metálico en mi boca dentro de un beso – ¿una joya tal vez? – su cuerpo desnudo pesaba ligeramente sobre el mío, era de noche en la habitación. En un movimiento lento introdujo un objeto suave y rígido poco a poco en mi sexo... su abrazo era cálido y arenoso. Algo en ella me era familiar, ese corte de pelo encrespado de un rubio platino, su anatomía fina y delgada…

La ambigüedad fluía entre nosotras... ¿quién era la que me acompañaba en el sueño? puede que un desdoblamiento de mí misma, el deseo de una amante o el reflejo de la mujer desconocida de mi amigo... mientras jugaba sobre mí susurraba que conocía el lugar donde ellos se reunían para amarse...

Se encuentran esas noches en la habitación alta de aquel edificio – me decía quedamente al oído mientras seguía encima de mí – la habitación tiene unas cortinas que caen hasta el suelo cubriendo el amplio ventanal... podemos ir a sorprenderles tú y yo -. Escuchaba aquellas palabras como si vinieran de muy lejos, de un espacio dentro de nuestros ojos cerrados ya medio adormiladas...

Por un instante pensé que él le había pedido a su amante que me encontrara, que me buscara para poder estar los tres reunidos una noche... el enlace que haría posible un deseo común... el aire se volvía oscuro y sólo podía sentir su presencia muy cerca de mí... la confusión se adueñaba de mi mente y veía aquella habitación en penumbra como si ya hubiera sucedido: el amplio lecho tenía las sábanas removidas, caían hacia un lado, el silencio acompañaba las sombras en el muro...

No había nadie allí. Habíamos estado en aquella estancia plateada, amándonos con esa cadencia apasionada que da el previo conocimiento de lo ya soñado, de lo ya pensado. Era tan sencillo de recordar... De ellos, de nosotras, quedaba el perfume de nuestros cuerpos, los restos de caricias y besos en el lecho, los gemidos ya apagados en la hermosa noche.

Puede que estuviera soñando pero la sensación esta mañana del recuerdo de aquel beso con la joya dentro, tan real... Ella, que con cierta intimidad jugaba en mi sexo como si lo hubiera hecho antes... era tan agradable dejar que me cubriera aquella desconocida de pelo claro, prolongando un placer que llegaba lentamente a su cenit en el reducido espacio del sueño...

Y el deseo que vuelva a suceder de nuevo un encuentro imprevisto, aunque ya imaginado, mueve mis ojos hacia la noche, abrazando la almohada que hace de aquella mujer joven y bella, de piel de arena y cabellos tan rubios... Cierro los ojos... ella acude presurosa para renovar el goce de mi deseo oculto... La chica que ha venido para quedarse y endulzar mi despertar de hoy, la que sueño en mis noches desde hace tiempo...
(abril 2004)

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