- la acogida llena de colores de Sissi y la expresión bellísima del hada Artemisia...
- mi habitación en la Arcissa llena de libros hasta el techo y los colchones blandos sobre el suelo
- la luz suave del norte que me acompañó en mi viaje hacia Roma... la estación bulliciosa central de Milan donde la gente va y viene de y hacia todas partes... las paradas en Bolonia, en Florencia (volver!)
- las bromas de Letizia y la seriedad grave de Simone, los dos tan cariñosos y yo en deuda siempre,
- la peregrinación hacia Villa Borghese y las esculturas palpitantes de Bernini, poderosamente sensuales
- de nuevo al norte, llegar al pueblo de mi amigo Francesco, todo de noche, todo en silencio... y él allí
- el inesperado y fabuloso abrazo de Mafalda -la madre- y de la pequeña Laura, tantos años después...
- mis lágrimas cuando me separaba de ese pasado reencontrado y no elegido, compartido el sueño
- mi cruce hacia el futuro en ese tren cisalpino, de nuevo a Como y hacia la visita de Mimmo.
La pintura está completa. Falta de nuevo volver y volver allí, donde tan sencillo es ser feliz entre ellos, con ellos... y no terminar de realizar ese cuadro, donde cada vez que me encuentro en él falta algún detalle para ser completo, pues no termino de profundizar en la extrema calidez y armonía que me procura. Hasta pronto, amigos de vida.
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