lunes, enero 22, 2007

reminiscencias

Qué hacer con el tiempo pasado... aquello que visita inopinadamente en forma de fotografía, o en modo de ausencia de recuerdos que ya no existen. Un pasado antiguo, superado, amalgamado en los sedimentos de la vida, como un fósil que yace inmóvil y no incomoda... forma parte de un tejido pegado al hueso, ya celula indistinta que se fusiona con las otras células vivas. Buceo en la información que me das, como el que nada en aguas profundas llenas de azul, donde se dibujan figuras femeninas que te rozaron una vez, varias veces y las atravieso. Se deshacen a mi paso en burbujas y detrás de su presencia estás tú, constante, hermoso a mi vista, yo amándote a través de ellas... como si me repitiera en una sucesión de células que fueron y se adhirieron a tu cuerpo un momento, o incluso tantos, así me pego a tu cuerpo dentro, para visitarte desde un lugar lejano, para terminar enroscada en el hueco de tu brazo, en el músculo de tu pierna, en la suavidad de tu vientre, en el paraíso donde se unen tus extremidades. En cambio tú... con la ingenuidad más absoluta, con el coraje más llamativo, abriste una roca de lava y encontraste un corazón que arde con el fuego de tus manos y tus palabras... dónde estabas en aquél momento cuando yo... en tu boca de miel caliente y en los ojos que ciñen mi horizonte, en ese rinconcillo de tu pecho y en la yema de tus dedos, allí me quedo...

lunes, enero 08, 2007

que tu año sea bueno...


dulce este invierno, donde el clima cambiante hace soleado el mediodía y las tardes comienzan a alargarse en el horizonte en la templanza del aire del sur,
dulce por los besos que comienzan y se van reencontrando en cada esquina del día, como no acordándose que estuvieron tan cerca y ya están de nuevo danzarines,
dulce por el paseo en bici al costado del río hacia el norte, reflejando en el agua un espejo lleno de rizos de matíz metálico...

deseo que por un instante veas tus ojos reflejados en ese pequeño arco iris que se recogía entre las nubes y por un día todo el ardor te cubra y te ciegue, para que sólo sientas la dulzura del invierno y tu año sea bueno, justo y apasionado, como sólo el rayo de luz sabe llegar hasta la piel, como el agua resbala por la arena tras la ola, así deseo que estas palabras aniden en un resto de tu pensamiento y se evaporen,

tras un cruce de piernas sentado,
tras la acera que cruzaste apenas,
tras el vino dulce de la cena,

abro la ventana y la palabra va,
dormida en la noche...